Después de pasar el día encerrado en el despacho, con el tedioso papeleo burocrático, porqué no hay una guerra que requiera su atención, cuando el General se retira a sus aposentos, da la orden a su asistente de que no se le moleste bajo ninguna circunstancia, pone en marcha su antiguo gramófono, y acto seguido se enfunda el tutú para dedicarse a su verdadera pasión EL BALLET, y bajo la atenta mirada de Nureyev que nunca le delatará, hace unos ejercicios en la barra imitando a su idolatrada Margot Fontein, sobre todo en la muerte del cisne, que la borda, y así es feliz, se imagina que está en el teatro Bolshoi de Moscu, y después del éxito se derrumba en el sofá y se quita la peluca que le pica a rabiar, porqué se la compró en el bazar de los chinos.
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